collage de culturas mesoamericanas
miércoles, 10 de junio de 2015
Cultura chichimeca
Chichimecas es el nombre que dieron los pueblos de alta cultura de
la región central de México a los habitantes de las vastas regiones del norte,
tenidos como primitivos. En idioma náhuatl la palabra chichimeca parece significar ‘los del linaje de
los perros’. De acuerdo con varios testimonios procedentes del siglo XVI, había
tres clases principales de chichimecas. Unos eran de filiación étnica otomí.
Otros eran nahuas que, en tiempos antiguos, se habían establecido en el norte,
incluyendo algunos que llegaron a constituir avanzadas de la alta cultura
mesoamericana. Finalmente, estaban los chichimecas propiamente dichos, es decir
los tenidos como bárbaros, seminómadas dedicados a la cacería y a la
recolección. En la actualidad sobrevive un pequeño grupo conocido como el de
los chichimecas-jonaz en el pueblo llamado La Misión, cerca de San Luis de la
Paz, en Guanajuato.
De acuerdo con varios códices indígenas, entre ellos el conocido
como Xolotl a mediados del siglo XIII d.C., cuando ya los toltecas habían abandonado
su metrópoli de Tula, los chichimecas capitaneados por su caudillo Xolotl,
avanzaron hacia el valle de México. Establecidos en varios lugares del mismo,
entraron en contacto con los pueblos sedentarios de alta cultura que allí
moraban. Se produjo entonces un intenso proceso de aculturación en función del
cual los chichimecas cambiaron sus formas de vida y asimilaron las de aquéllos
con quienes convivían. Surgieron así varios señoríos, entre ellos los de
Azcapotzalco, Tezcoco, Huexotla y Coatlinchan. A los gobernantes de ellos se
les nombró con frecuencia señores tolteca-chichimecas, destacando así que
habían recibido el doble legado de los pueblos sedentarios y de aquéllos
procedentes del norte. Así, el término 'chichimeca' fue adquiriendo nuevas connotaciones
culturales.
Respecto de los otros grupos que permanecieron en el norte con sus
antiguas formas de vida, en particular los de filiación pame, antepasados de
los chichimeca-jonaz, puede decirse que subsistieron al margen de la
civilización durante buena parte del período colonial. Fundadas ya las ciudades
de Guadalajara y Zacatecas, esos chichimecas continuaron siendo una amenaza ya
que atacaban a los pueblos y asaltaban a los que atravesaban los caminos. En
1541 se produjo un gran levantamiento, conocido como la guerra del Miztón. Esta
llegó a poner en jaque a la región septentrional de la Nueva España. Para
sofocar la rebelión marchó en persona el virrey Antonio de Mendoza. Poco antes,
Pedro de Alvarado, había intentando sujetar a los rebeldes perdiendo la vida en
su intento. El virrey Mendoza logró su pacificación, aunque sólo temporalmente.
Diversos grupos chichimecas en los territorios de los actuales estados de
Guanajuato, Aguascalientes, Zacatecas, San Luis Potosí, Jalisco y Durango se
mantuvieron en actitud hostil por mucho tiempo. Ello movió a las autoridades
españolas a erigir presidios, es decir fuertes en lugares estratégicos. Algunos
se transformaron más tarde en ciudades como las de San Miguel el Grande (hoy
día San Miguel de Allende), Ojuelos, Celaya, Portezuelos, Colotlán, Nombre de
Dios y otros. En el proceso de pacificación de los chichimecas participaron
frailes franciscanos que establecieron entre ellos algunas misiones, también
algunos capitanes mestizos como el célebre Miguel Caldera. Otro factor
importante en la pacificación fue la creación de colonias de indígenas
tlaxcaltecas, antecedente de varias poblaciones. Hacia fines del período
colonial la mayor parte de los chichimecas o se había amestizado con los
tlaxcaltecas y españoles o había desaparecido como consecuencia de los
enfrentamientos bélicos y las epidemias.
LA CIVILIZACIÓN AZTECA
Los aztecas o mexicas fueron un pueblo que dominó el centro y sur
del actual México, en Mesoamérica, desde el siglo XIV hasta el siglo XVI y que
es famoso por haber establecido un vasto imperio altamente organizado,
destruido por los conquistadores españoles y sus aliados tlaxcaltecas. Algunas
versiones señalan que el nombre de ‘azteca’ proviene de un lugar mítico,
situado posiblemente al norte de lo que hoy en día es México, llamado Aztlán;
más tarde se autodenominaron mexicas.
Orígenes
Tras la caída de la civilización tolteca que había florecido
principalmente en Tula entre los siglos X y XI, oleadas de inmigraciones
inundaron la meseta central de México, alrededor del lago de Texcoco. Debido a
su tardía aparición en el lugar, los aztecas-mexicas se vieron obligados a
ocupar la zona pantanosa situada al oeste del lago. Estaban rodeados por
enemigos poderosos que les exigían tributos, y la única tierra seca que
ocupaban eran los islotes del lago de Texcoco, rodeados de ciénagas.
El hecho de que, desde una base tan poco esperanzadora, los
aztecas fueran capaces de consolidar un imperio poderoso en sólo dos siglos, se
debió en parte a su creencia en una leyenda, según la cual fundarían una gran
civilización en una zona pantanosa en la que vieran un nopal (cactus) sobre una
roca y sobre él un águila devorando una serpiente. Los sacerdotes afirmaron
haber visto todo eso al llegar a esta zona; como reflejo de la continuidad de
esa tradición, hoy en día esa imagen representa el símbolo oficial de México
que aparece, entre otros, en los billetes y monedas.
Al aumentar en número, los aztecas establecieron organizaciones
civiles y militares superiores. En 1325 fundaron la ciudad de Tenochtitlán
(ubicada donde se encuentra la actual ciudad de México, capital del país).
La capital del imperio azteca
Los aztecas convirtieron el lecho del lago, que era poco profundo,
en chinampas(jardines muy
fértiles, construidos con un armazón de troncos que sostenían arena, grava y
tierra de siembra, atados con cuerdas de ixtle, para lograr islas artificiales
donde se cultivaban verduras y flores y se criaban aves domésticas). Se
hicieron calzadas y puentes para conectar la ciudad con tierra firme; se
levantaron acueductos y se excavaron canales por toda la ciudad para el
transporte de mercancías y personas. Las construcciones religiosas —gigantescas
pirámides escalonadas recubiertas de piedra caliza y estuco de vivos colores,
sobre las que se construían los templos— dominaban el paisaje.
La ciudad floreció como resultado de su ubicación y del alto grado
de organización. En la época en la que los españoles, capitaneados por Hernán
Cortés (1485-1547), comenzaron la conquista en 1519, el gran mercado de
Tlatelolco atraía a unas 60.000 personas diarias. Las mercancías llegaban a
manos aztecas gracias a los acuerdos sobre tributos establecidos con los
territorios conquistados. Muchas de esas mercancías se exportaban a otras zonas
del Imperio azteca y a América Central.
La confederación azteca
Los aztecas-mexicas establecieron alianzas militares con otros
grupos, logrando un imperio que se extendía desde México central hasta la
actual frontera con Guatemala. A principios del siglo XV Tenochtitlán gobernaba
conjuntamente con las ciudades-estado de Texcoco y Tlacopan (más tarde conocida
como Tacuba y en la actualidad perteneciente a ciudad de México) bajo la
denominación de la Triple Alianza. En un período de unos 100 años los aztecas
lograron el poder total y, aunque las demás ciudades-estado continuaron
llamándose reinos, se convirtieron en meros títulos honoríficos. Al final del
reinado de Moctezuma II, en 1520, se habían establecido 38 provincias tributarias;
sin embargo, algunos pueblos de la periferia del Imperio azteca luchaban
encarnizadamente por mantener su independencia. Estas divisiones y conflictos
internos en el seno del Imperio azteca facilitaron su derrota frente a Cortés
en 1521, ya que muchos pueblos se aliaron con los españoles. Además de los
problemas internos que contribuyeron a su caída, el emperador Moctezuma había
dado una bienvenida pacífica a Cortés y lo instaló junto a sus capitanes en los
mejores palacios, desde donde se hicieron con la ciudad.
Es posible que la interpretación de antiguos presagios sobre el
regreso del dios Quetzalcóatl indujera a Moctezuma a confundirlo con Cortés, si
bien lo que más interesaba al emperador era colmar de regalos a los españoles
para que se retiraran.
Sociedad y religión aztecas
La sociedad azteca estaba dividida en tres clases: esclavos,
plebeyos y nobles. El estado de esclavo era similar al de un criado contratado.
Aunque los hijos de los pobres podían ser vendidos como esclavos, solía hacerse
por un período determinado. Los esclavos podían comprar su libertad y los que
lograban escapar de sus amos y llegar hasta el palacio real sin que los
atraparan obtenían la libertad inmediatamente. A los plebeyos o macehualtin se les otorgaba la propiedad vitalicia
de un terreno en el que construían su casa. Sin embargo, a las capas más bajas
de los plebeyos (tlalmaitl),
no se les permitía tener propiedades y eran campesinos en tierras arrendadas.
La nobleza estaba compuesta por los nobles de nacimiento, los sacerdotes y los
que se habían ganado el derecho a serlo (especialmente los guerreros). En la
religión azteca numerosos dioses regían la vida diaria. Entre ellos
Huitzilopochtli (deidad del Sol), Coyolxahuqui (la diosa de la Luna que, según
la mitología azteca, era asesinada por su hermano el dios del Sol), Tláloc
(deidad de la lluvia) y Quetzalcóatl (inventor de la escritura y el calendario,
asociado con el planeta Venus y con la resurrección). Los sacrificios, humanos
y de animales, eran parte integrante de la religión azteca. Para los guerreros
el honor máximo consistía en caer en la batalla u ofrecerse como voluntarios
para el sacrificio en las ceremonias importantes. Las mujeres que morían en el
parto compartían el honor de los guerreros. También se realizaban las llamadas
guerras floridas con el fin de hacer prisioneros para el sacrificio. El sentido
de la ofrenda de sangre humana (y en menor medida de animales) era alimentar a
las deidades solares para asegurarse la continuidad de su aparición cada día y
con ella la permanencia de la vida humana, animal y vegetal sobre la Tierra.
Los aztecas utilizaban la escritura pictográfica grabada en papel
o piel de animales. Todavía se conserva alguno de estos escritos, llamados
códices. También utilizaban un sistema de calendario que habían desarrollado
los antiguos mayas. Tenía 365 días, divididos en 18 meses de 20 días, a los que
se añadían 5 días ‘huecos’ que se creía que eran aciagos y traían mala suerte.
Utilizaban igualmente un calendario de 260 días (20 meses de 13 días) que
aplicaban exclusivamente para adivinaciones.
La educación era muy estricta y se impartía desde los primeros
años. A las mujeres se les exhortaba a que fueran discretas y recatadas en sus
modales y en el vestir y se les enseñaban todas las modalidades de los
quehaceres domésticos que, además de moler y preparar los alimentos, consistían
en descarozar el algodón, hilar, tejer y confeccionar la ropa de la familia. A
los hombres se les inculcaba la vocación guerrera. Desde pequeños se les formaba
para que fueran fuertes, de modo que los bañaban con agua fría, los abrigaban
con ropa ligera y dormían en el suelo. A la manera de los atenienses de la
Grecia clásica, se procuraba fortalecer el carácter de los niños mediante
castigos severos y el fomento de los valores primordiales como amor a la
verdad, la justicia y el deber, respeto a los padres y a los ancianos, rechazo
a la mentira y al libertinaje, misericordia con los pobres y los desvalidos.
Los jóvenes aprendían música, bailes y cantos, además de religión, historia,
matemáticas, interpretación de los códices, artes marciales, escritura y
conocimiento del calendario, entre otras disciplinas.
La higiene de los aztecas
Cada casa azteca tenía su temascal o baño de vapor. Es que los
aztecas eran gentes muy limpias y se bañaban todos los días, antes de trabajar.
El temascal (que no era un invento azteca, porque ya lo usaban antes los
totonecas) era una pequeña habitación donde se calentaban piedras con fuego y
después se le echaba agua. Así se formaba en seguida mucho vapor, que empapaba
al que estaba adentro, quien aprovechaba para frotarse bien el cuerpo con una
especie de jabón hecho con las raíces de un árbol llamado copalxocotl, que
hacía espuma. Esta costumbre de la higiene la tenían todos los aztecas
—campesinos o nobles, artesanos o comerciantes, menos los sacerdotes que no se
podían bañar nunca— y fue otra de las cosas que llamaron mucho la atención de
los españoles, para quienes en la época de la conquista y colonización de
América (siglos XV-XVIII) el baño no era precisamente una actividad muy
frecuente que digamos.
Cultura mixteca
El pueblo amerindio de los mixtecos de la familia lingüística
otomanque, habitante de los actuales estados mexicanos de Oaxaca, Guerrero y
Puebla. La cultura mixteca floreció en el sur de México desde el siglo IX hasta
principios del XVI y sus miembros fueron los artesanos más famosos de México.
Sus trabajos en piedra y en diferentes metales nunca fueron superados. Entre
sus especialidades se podían citar los mosaicos de plumas, la alfarería
polícroma decorada y el tejido y bordado de telas.
Las contribuciones más importantes de los mixtecos son: los
registros pictográficos en códices hechos sobre piel de venado de la historia
militar y social que narran aspectos del pensamiento religioso, de los hechos
históricos y de los registros genealógicos de su cultura; la orfebrería, cuyas
muestras como pectorales, narigueras, anillos o aretes, demuestran que
manejaron con maestría el oro trabajado con la técnica de la cera perdida, así
como el labrado del alabastro, el jade, la turquesa y la obsidiana, entre
otros. Las piezas más notables que se conocen proceden de los enterramientos de
Monte Albán, descubiertos por el arqueólogo Alfonso Caso, y se exhiben en el
Museo Regional de Oaxaca. Otros legados mixtecos son: un calendario análogo al
utilizado por los aztecas y sus técnicas agrícolas.
Entre los siglos XI y XII de nuestra época, los mixtecos adoptaron
una influencia tolteca cuya característica civilizadora los motivó a buscar
asentamientos más estables que los que habían tenido; se dedicaron a dominar a
los zapotecas por medio de invasiones de sus tierras, guerras y alianzas
políticas por matrimonios. De ese modo se apoderaron, por ejemplo, de Monte
Albán, que había sido abandonada por los zapotecas y los mixtecos convirtieron
en necrópolis, enriqueciendo notablemente sus monumentos funerarios. Tanto en
esa ciudad, como en Mitla, aportaron conceptos arquitectónicos evolucionados
como las grecas geométricas de piedras ensambladas que adornan los palacios.
Otras ciudades zapotecas de las que se apoderaron los mixtecos son Zaachila y
Yagul, también en el estado de Oaxaca, con las que se complementa el conjunto
del impresionante legado de estas culturas. Los mixtecos influyeron en el
declive de la civilización maya en el sur, y permanecieron independientes de
los aztecas en el norte. Es posible que la población mixteca actual ronde el
medio millón de personas, distribuidas en 3 regiones principales: la Mixteca
Alta (en las zonas frías de la sierra Madre del Sur), la Mixteca Baja
(siguiendo el curso del río Atoyac) y la costa (estados de Oaxaca y Guerrero).
Cultura zapoteca
Los zapotecas fueron uno de los pueblos que tuvieron un papel muy
importante en el desarrollo cultural de Mesoamérica. Establecidos por lo menos
desde un milenio antes de la era cristiana en la sierra, valle central y en el
istmo de Tehuantepec, Oaxaca, los zapotecas recibieron la influencia de los
olmecas. Eran éstos los creadores de la cultura madre que comenzó a florecer en
las costas del golfo de México, en la región limítrofe de los actuales estados
mexicanos de Veracruz y Tabasco.
Hacia el siglo VI a.C. los zapotecas estaban en posesión de un
sistema calendárico y también de una forma de escritura. De ello dan testimonio
las centenares de estelas con inscripciones que se conservan en el centro
ceremonial de Monte Abán. Dichas estelas se conocen como de ‘los danzantes’, ya
que las posturas de las figuras humanas con las que se registran tales
inscripciones, mueven a pensar que están bailando. En esa primera etapa del
desarrollo zapoteca comenzaron a construirse tumbas de cajón o rectangulares en
las que aparecen ofrendas y representaciones del dios de la lluvia conocido
como Cocijo, deidad que habría de tener un lugar muy importante en el panteón
zapoteca.
En los siglos siguientes, según los datos proporcionados por la
arqueología, pueden distinguirse varios períodos de ulterior desarrollo. En el
que abarca desde el 300 a.C. hasta el 100 d.C., se dejó sentir la presencia de
algunos elementos que más tarde se desarrollarían con mayor fuerza entre los
mayas. De esa época provienen asimismo edificaciones más suntuosas, entre ellas
las de varios juegos de pelota y algunos templos en Monte Albán y en otros
lugares de Oaxaca como Yagul, Teotitlán, y Zaachila.
A ese período siguió el del auge de la cultura zapoteca entre el
año 100 d.C. y el 800 d.C. Coincidió con el esplendor de Teotihuacán en la
región central. Fue entonces cuando el centro de Monte Albán llegó a su máximo
florecimiento. De ello dan fe los templos, palacios, adoratorios, plazas,
juegos de pelota y otras edificaciones que allí pueden contemplarse. Además de
Cocijo, dios de la lluvia, se adoraba a la pareja de dioses creadores llamados
Pitao Cozaana y Pitao Nohuichana, representación de la dualidad que también
aparece en las otras regiones de Mesoamérica. En este período de esplendor se
consolida la presencia zapoteca en los ya mencionados Yagul y Zaachila, y en
otros muchos lugares como Huajuapan, Juchitán, Piedra Labrada y algunos ya
situados en los actuales territorios de Puebla y Guerrero.
Al período de esplendor siguió uno de franca decadencia. Otro
grupo étnico, el de los mixtecos, ocupó su principal centro ceremonial y se
impuso en gran parte del territorio oaxaqueño. Los zapotecas, a veces sometidos
a los mixtecos y en ocasiones aliados con ellos, establecieron su ciudad
principal en Zaachila. A pesar de su decadencia, los zapotecas lograron
conservar en parte su independencia y salir victoriosos en varias guerras que
tuvieron contra grupos vecinos y oponiendo resistencia a los intentos de los
mexicas o aztecas que trataban de sojuzgarlos. Tan sólo la conquista española
puso fin a la existencia autónoma zapoteca.
Descendientes de los antiguos pobladores de diversos lugares de la
sierra, de los valles centrales y la costa de Oaxaca, los zapotecas
contemporáneos, a pesar de haber vivido por siglos marginados y depauperados,
han conservado muchas de sus tradiciones, formas de vida, creencias y
organización social. Elemento que les confiere profundo orgullo es el hecho de
que un zapoteca serrano, Benito Juárez , no sólo haya sido presidente de la
República sino el máximo defensor de ella frente a la intervención francesa
que, promovida por Napoleón III, fue victoriosamente rechazada.
Tanto por las variantes que existen en su lengua como por sus
formas de vida y condiciones económicas, los zapotecas ostentan considerables
diferencias entre sí. Así, en tanto que perdura su aislamiento y pobreza en
muchos lugares de la sierra, hay en cambio zapotecas en la región del istmo de
Tehuantepec cuyos niveles de vida son comparables a los de la población no
indígena. Entre éstos últimos zapotecas pervive, no obstante, su sentido de
identidad cultural y el empleo de la lengua que es además objeto de cultivo y
vehículo de expresión literaria, tanto en cantos y poemas como en la narrativa.
La acentuada fisonomía cultural de los zapotecas del istmo es perceptible de
muchas formas. Una de ellas la ofrece la gracia y altivez de sus mujeres, las
célebres tehuanas, con sus característicos tocados y sus ricas joyas.
Los zapotecas contemporáneos, herederos del rico legado cultural
de sus antepasados, constituyen uno de los grupos étnicos más grandes de
México. De acuerdo con el censo de 1990, se acercaban al medio millón de
personas.
Cultura tolteca
Los toltecas (en nahuatl, ‘maestros constructores’), pueblo nativo
de México que emigró desde el norte de lo que ahora es México, tras la
decadencia (en torno al año 700 d.C.) de la gran ciudad de Teotihuacán, y que
estableció un estado militar en Tula, a 64 km al norte de la moderna Ciudad de
México, en el siglo X d.C. Se pensó que su llegada marcó el cenit del
militarismo en Mesoamérica, puesto que el ejército tolteca empleó su mayor
potencia para dominar las sociedades vecinas. El pueblo tolteca creó una
refinada cultura, que incluía conocimientos sobre la fundición del metal, el
trabajo de la piedra, la destilación y la astronomía. Su arquitectura y su arte
reflejan influencias de Teotihuacán y de la cultura olmeca.
Los restos de Tula, a veces llamada Tollan Xicocotitlán, incluyen
tres templos piramidales, de los cuales el más grande está rematado por
columnas de 4,6 m de altura en forma de estilizadas figuras humanas conocidos
como "atlantes" (guerreros); se cree que estaba dedicado a
Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, deidad que los toltecas adaptaron de
culturas anteriores y la adoraron como el dios del planeta Venus. Según la
leyenda, un dios rival tolteca Tezcatipotla, hizo que Quetzalcóatl y sus
seguidores abandonaran Tula en torno al año 1000 d.C. Se desplazaron al sur y
posteriormente desarrollaron la ciudad maya de Chichén Itzá, convirtiéndola en
su capital y en un importante centro religioso. La civilización tolteca decayó
en el siglo XII, cuando los chichimecas, junto con otros pueblos indígenas,
invadieron el valle central y saquearon Tula. Los toltecas del sur fueron
absorbidos por los mayas, a los que habían conquistado anteriormente. Hacia el
siglo XIII la caída de Tula y del poder tolteca abrió el camino para la
ascensión de los aztecas.
Historia
Los orígenes de la civilización maya son objeto de discrepancias
académicas en virtud de las contradictorias interpretaciones de los hallazgos
arqueológicos. El período formativo comenzó, cuando menos, hacia el 1500 a.C.
Durante el período clásico, aproximadamente entre el 300 y el 900 d.C., los
mayas extendieron su influjo por la zona sur de la península de Yucatán y el
noroeste de las actuales Guatemala y Honduras. Se construyeron entonces los
grandes centros ceremoniales como Palenque, Tikal y Copán. Los centros maya
fueron abandonados de forma misteriosa hacia el año 900 y algunos individuos
emigraron al Yucatán.
En el período postclásico, desde el 900 hasta la llegada de los
españoles en el siglo XVI, la civilización maya tenía su centro en el norte de
Yucatán. La migración tolteca de los itzáes, procedentes del valle de México,
impactó fuertemente en sus estilos artísticos. Chichén Itzá, Mayapán y Uxmal
fueron ciudades esplendorosas. La Liga de Mayapán, que dominó la península de
Yucatán durante dos siglos, preservó la paz durante algún tiempo, pero tras un
período de guerra civil y de revolución, las ciudades quedaron abandonadas. Los
españoles vencieron con facilidad a los grupos mayas más importantes, pero el
gobierno mexicano no logró subyugar las últimas comunidades independientes hasta
1901. Actualmente los mayas forman la mayoría de la población campesina en
Yucatán y Guatemala.
La lengua maya (también llamada yucateca)
la hablan unas 350.000 personas en Yucatán, Guatemala y Belice.
Calendario y religión
Entre los mayas, la cronología se determinaba mediante un complejo
sistema calendárico. El año comenzaba cuando el Sol cruzaba el cenit el 16 de
julio y tenía 365 días; 364 de ellos estaban agrupados en 28 semanas de 13 días
cada una, y el año nuevo comenzaba el día 365. Además, 360 días del año se
repartían en 18 meses de 20 días cada uno. Las semanas y los meses transcurrían
de forma secuencial e independiente entre sí. Sin embargo, comenzaban siempre
el mismo día, esto es, una vez cada 260 días, cifra múltiplo tanto de 13 (para
la semana) como de 20 (para el mes). El calendario maya, aunque muy complejo,
era el más exacto de los conocidos hasta la aparición del calendario gregoriano
en el siglo XVI.
La religión maya se centraba en el culto a un gran número de
dioses de la naturaleza. Chac, dios de la lluvia, tenía especial importancia en
los rituales populares. Entre las deidades supremas se hallaban Kukulkán,
versión maya del dios azteca Quetzalcóatl; Itzamná, dios de los cielos y el
saber; Ah Mun, dios del maíz; Ixchel, diosa de la luna y protectora de las
parturientas, y Ah Puch, diosa de la muerte. Una característica maya era su
total confianza en el control de los dioses respecto de determinadas unidades
de tiempo y de todas las actividades del pueblo durante dichos períodos.
Escritura
Los pueblos mayas desarrollaron un método de notación jeroglífica
y registraron su mitología, historia y rituales en inscripciones grabadas y
pintadas en estelas (bloques o pilares de piedra), en los dinteles y
escalinatas y en otros restos monumentales. Los registros también se realizaban
en códices de papel amate (corteza de árbol) y pergaminos de piel de animales.
Sólo existen tres muestras de estos códices: elDresdensis (Dresde), actualmente en Dresden; el Perezianus (Peresiano o de París), en París; y el Tro-cortesianus (Tro-Cortesiano o Matritense maya).
Estos códices se utilizaban como almanaques de predicción en temas como la
agricultura, la meteorología, las enfermedades, la caza y la astronomía.
En el siglo XVI se escribieron textos en lengua maya pero con
alfabeto latino, y entre los más importantes se encuentran el Popol Vuh, relato mítico sobre el origen del
mundo y la historia del pueblo maya, y los llamados libros de Chilam Balam,crónicas de
chamanes o sacerdotes en las que se recogen acontecimientos históricos. La obra
del obispo fray Diego de Lanza, Relación
de las cosas de Yucatán, ha
resultado una fuente importantísima para descifrar la grafía maya.
Arquitectura
La cultura maya produjo una arquitectura monumental, de la que se
conservan grandes ruinas en Palenque, Uxmal, Mayapán, Copán, Tikal, Uaxactún,
Quiriguá, Bonampak, Tulún y Chichén Itzá, entre muchas otras. Estos lugares
eran enormes centros de ceremonias religiosas. Se consideran tres estilos
arquitectónicos: el río Bec, el Chenes y el Puuc, cada uno con características
de ingeniería y ornamentación propias. La distribución de las ciudades
consistía en una serie de estructuras piramidales, la mayoría de las veces
coronadas por templos o cresterías labradas, y agrupadas alrededor de plazas
abiertas. Las pirámides escalonadas estaban recubiertas con bloques de piedra
pulida y por lo general llevaban tallada una escalinata en una o varias de sus
caras. La infraestructura de las pirámides estaba formada habitualmente por
tierra y piedras, pero a veces se utilizaban bloques de piedra unidos con
mortero.
Aunque en la actualidad representa una excepción, se cree que el
Templo de las Inscripciones de Palenque, que aloja la tumba del rey Pacal,
puede no ser el único monumento de uso funerario que se construyó en la cultura
maya. El tipo más común de construcción consiste en un núcleo de escombros o
piedra caliza partida, mezclada con hormigón o cemento, y recubierta con piedra
pulida o estuco. Las paredes de piedra se edificaban, por lo general, sin
mortero. La madera se utilizaba para los dinteles de las puertas y para las
esculturas. Su gran hallazgo técnico fue el sistema de la falsa bóveda por
aproximación de filas de bloques de piedra, para cubrir espacios alargados o
estrechos, que concluyen en el característico arco maya, del cual existen 10
tipos diferentes. Las ventanas eran poco frecuentes, muy pequeñas y estrechas.
Los interiores y exteriores se pintaban con colores vivos. Se dedicaba especial
atención a los exteriores y se decoraban profusamente con esculturas pintadas,
dinteles tallados, molduras de estuco y mosaicos de piedra. Las decoraciones se
disponían generalmente en amplios frisos que contrastaban con franjas de
ladrillos lisos. Las viviendas de los comunes se parecían seguramente a las
chozas de adobe y techumbre de ramas que todavía hoy se pueden apreciar entre
los mayas contemporáneos.
Organización económica y social
La agricultura ha constituido la base de la economía maya desde la
época precolombina y el maíz es su principal cultivo. Los mayas cultivaban
también algodón, frijol (poroto o judía), camote (batata), yuca y cacao. Las
técnicas del hilado, el tinte y el tejido consiguieron un elevado grado de
perfección. Como unidad de cambio se utilizaban las semillas de cacao y las
campanillas de cobre, material que se empleaba también para trabajos
ornamentales, al igual que el oro, la plata, el jade, las conchas de mar y las
plumas de colores.
Los mayas formaban una sociedad muy jerarquizada. Estaban
gobernados por una autoridad política, el Halach
Uinic, jefe supremo, cuya
dignidad era hereditaria por línea masculina, y el Alma Kan, sumo sacerdote. El jefe supremo
delegaba la autoridad sobre las comunidades de poblados a jefes locales o bataboob, capataces de explotación agrícola que
cumplían funciones civiles, militares y religiosas. La unidad mínima de
producción era la familia campesina, que cultivaba una ‘milpa’ (parcela de una
4-5 hectáreas) mediante el sistema de rozas, para atender a sus necesidades y
generar, a veces, un excedente del que se apropiaba la clase dirigente.
LAS CIVILIZACIONES DE LA AMÉRICA ANTIGUA. LAS CULTURAS MESOAMERICANAS: OLMECAS, MAYAS Y AZTECAS
México fue el asentamiento de algunas de las civilizaciones más
antiguas y desarrolladas del hemisferio occidental. Existe evidencia de que una
población dedicada a la caza habitó el área hacia el año 21000 a.C. o incluso
antes. La agricultura comenzó alrededor del año 5000 a.C.; entre los primeros
cultivos estuvieron la calabaza, el maíz, el frijol y el chile. La primera
civilización mesoamericana importante fue la de los olmecas, quienes tuvieron
su época de florecimiento entre el 1500 y el 600 a.C. La cultura maya, de
acuerdo con la investigación arqueológica, alcanzó su mayor desarrollo al
acercarse el siglo VI. Otro grupo, los guerreros toltecas, emigraron desde el
norte y en el siglo X establecieron un imperio en el valle de México. Fueron
los fundadores de las ciudades de Tula y Tulancingo (al norte de la actual
ciudad de México) y desarrollaron una gran civilización todavía evidente por
las ruinas de magníficos edificios y monumentos.
Cultura olmeca
El antiguo pueblo de los olmecas del sur del golfo de México
originó la más antigua civilización en Mesoamérica (México y América Central),
y cuyo esplendor se fecha desde aproximadamente el 1500 hasta el 900 a.C. Su
área central ocupó unos 18.000 km2, en las pantanosas selvas de las cuencas
ribereñas de los actuales estados mexicanos de Veracruz y Tabasco. Su
influencia se extendió gradualmente hasta las tierras altas de México, esto es,
el valle de México, conocido como el Anahuác, y los actuales estados de Oaxaca
y Guerrero, por lo que influyeron en otras culturas posteriores como la mixteca
y zapoteca. Los olmecas iniciaron su andadura, durante el denominado período
olmeca I (1500-1200 a.C.), con pequeñas aldeas costeras que practicaban una
agricultura incipiente y mantenían el importante aporte de la caza y la
recolección. El período olmeca II (1200-400 a.C.) comprende San Lorenzo, su
centro más antiguo conocido, que fue destruido en torno al año 900 a.C. y
sustituido por La Venta, una ciudad creada según un patrón axial que influyó en
el desarrollo urbanístico de América Central durante siglos. Una pirámide de
tierra apisonada de 30 m de altura, una de las más antiguas de Mesoamérica,
estaba situada en el centro de un complejo de templos y patios abiertos. El
período olmeca III (400-100 a.C.) se caracteriza por su marcada decadencia,
ubicado en los centros de Tres Zapotes y Cerro de las Mesas y que reflejan ya
las influencias de las culturas de Teotihuacán y maya, que comenzaron su
expansión en los primeros siglos de la era cristiana.
Los olmecas, cuyo nombre significa ‘país del hule’ (del azteca ulli, hule o caucho), fueron los primeros en
emplear la piedra en la arquitectura y escultura, a pesar de tener que
extraerla de los montes de Tuxtla, a 97 km al este de Tula. Sus obras
escultóricas incluyen tanto las colosales cabezas masculinas de basalto de 2,7
m de altura y 25 toneladas de peso como pequeñas estatuillas de jade que pueden
observarse, junto a otros productos olmecas, en la ciudad mexicana de
Villahermosa. Su sistema de escritura fue el precursor de los jeroglíficos
mayas, y es probable que el famoso calendario maya se haya originado en la
cultura olmeca. La civilización olmeca dejó establecidos patrones de cultura
que influyeron en sus sucesores en los siglos venideros; por ello está
considerada como la cultura ‘madre’ más importante de México.
Cultura de Teotihuacán
El yacimiento arqueológico de Teotihuacán contiene los restos de
la ciudad más antigua del continente americano, situado en el municipio
mexicano homónimo, 45 km al noreste de la actual ciudad de México. El lugar fue
ocupado por primera vez en los siglos I y II a.C. De ser un pequeño
asentamiento pasó a convertirse en una importante ciudad en el siglo II d.C.,
hasta cerca del año 700 d.C. Se han formulado varias hipótesis para explicar su
decadencia y posterior abandono: disensiones internas, cambios climáticos, o
invasiones de pueblos del norte. Su población se dispersó por la región central
de México y también en lugares apartados, llegando algunos a establecerse en
los países que en la actualidad son los de El Salvador y Nicaragua. La ciudad
ocupaba una superficie muy amplia, 21 km2, y llegó a estar poblada por 125.000
habitantes siendo considerada ya en ese entonces una de las ciudades más
grandes del mundo. Sus notables monumentos incluyen las Pirámides del Sol y de
la Luna, unas de las edificaciones más grandes jamás construidas, la Ciudadela,
el templo de Quetzalcóatl y la Avenida de los Muertos, que es una amplia vía
flanqueada por los restos de antiguos templos de casi 2.000 m de longitud. Los
muros de algunos de ellos están decorados con frescos de color que representan
temas mitológicos o religiosos. El conjunto de las casas seguía un trazado
urbanístico en forma de cuadrícula que rodeaba el centro monumental de la
ciudad. Los habitantes de Teotihuacán, que, en realidad, fue una verdadera
ciudad-estado, tuvieron estrechos contactos con la contemporánea cultura maya
del Yucatán y de Guatemala, y su cultura ejerció una importante influencia en
posteriores civilizaciones mexicanas como la de los aztecas.
LA
CIVILIZACIÓN MAYA
El Maya es un grupo de pueblos indígenas mesoamericanos
perteneciente a la familia lingüística maya o mayense, que tradicionalmente han
habitado en los estados mexicanos de Yucatán, Campeche, Tabasco y Chiapas, en
la mayor parte de Guatemala y en regiones de Belice y Honduras.
El pueblo más conocido, el maya propiamente dicho, que da nombre a
todo el grupo, ocupa la península de Yucatán. Entre los demás pueblos
significativos se hallan los tzeltales de las tierras altas de Chiapas; los
choles de Chiapas; los quichés, cakchiqueles, pokonchis y pokomanes de las
montañas de Guatemala y los chortís del este de Guatemala y el oeste de
Honduras. Todos estos pueblos formaban parte de una civilización y cultura comunes
que, en muchos aspectos, alcanzó las más elevadas cotas de desarrollo entre los
indígenas de todo el área mesoamericana.
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