Chichimecas es el nombre que dieron los pueblos de alta cultura de
la región central de México a los habitantes de las vastas regiones del norte,
tenidos como primitivos. En idioma náhuatl la palabra chichimeca parece significar ‘los del linaje de
los perros’. De acuerdo con varios testimonios procedentes del siglo XVI, había
tres clases principales de chichimecas. Unos eran de filiación étnica otomí.
Otros eran nahuas que, en tiempos antiguos, se habían establecido en el norte,
incluyendo algunos que llegaron a constituir avanzadas de la alta cultura
mesoamericana. Finalmente, estaban los chichimecas propiamente dichos, es decir
los tenidos como bárbaros, seminómadas dedicados a la cacería y a la
recolección. En la actualidad sobrevive un pequeño grupo conocido como el de
los chichimecas-jonaz en el pueblo llamado La Misión, cerca de San Luis de la
Paz, en Guanajuato.
De acuerdo con varios códices indígenas, entre ellos el conocido
como Xolotl a mediados del siglo XIII d.C., cuando ya los toltecas habían abandonado
su metrópoli de Tula, los chichimecas capitaneados por su caudillo Xolotl,
avanzaron hacia el valle de México. Establecidos en varios lugares del mismo,
entraron en contacto con los pueblos sedentarios de alta cultura que allí
moraban. Se produjo entonces un intenso proceso de aculturación en función del
cual los chichimecas cambiaron sus formas de vida y asimilaron las de aquéllos
con quienes convivían. Surgieron así varios señoríos, entre ellos los de
Azcapotzalco, Tezcoco, Huexotla y Coatlinchan. A los gobernantes de ellos se
les nombró con frecuencia señores tolteca-chichimecas, destacando así que
habían recibido el doble legado de los pueblos sedentarios y de aquéllos
procedentes del norte. Así, el término 'chichimeca' fue adquiriendo nuevas connotaciones
culturales.
Respecto de los otros grupos que permanecieron en el norte con sus
antiguas formas de vida, en particular los de filiación pame, antepasados de
los chichimeca-jonaz, puede decirse que subsistieron al margen de la
civilización durante buena parte del período colonial. Fundadas ya las ciudades
de Guadalajara y Zacatecas, esos chichimecas continuaron siendo una amenaza ya
que atacaban a los pueblos y asaltaban a los que atravesaban los caminos. En
1541 se produjo un gran levantamiento, conocido como la guerra del Miztón. Esta
llegó a poner en jaque a la región septentrional de la Nueva España. Para
sofocar la rebelión marchó en persona el virrey Antonio de Mendoza. Poco antes,
Pedro de Alvarado, había intentando sujetar a los rebeldes perdiendo la vida en
su intento. El virrey Mendoza logró su pacificación, aunque sólo temporalmente.
Diversos grupos chichimecas en los territorios de los actuales estados de
Guanajuato, Aguascalientes, Zacatecas, San Luis Potosí, Jalisco y Durango se
mantuvieron en actitud hostil por mucho tiempo. Ello movió a las autoridades
españolas a erigir presidios, es decir fuertes en lugares estratégicos. Algunos
se transformaron más tarde en ciudades como las de San Miguel el Grande (hoy
día San Miguel de Allende), Ojuelos, Celaya, Portezuelos, Colotlán, Nombre de
Dios y otros. En el proceso de pacificación de los chichimecas participaron
frailes franciscanos que establecieron entre ellos algunas misiones, también
algunos capitanes mestizos como el célebre Miguel Caldera. Otro factor
importante en la pacificación fue la creación de colonias de indígenas
tlaxcaltecas, antecedente de varias poblaciones. Hacia fines del período
colonial la mayor parte de los chichimecas o se había amestizado con los
tlaxcaltecas y españoles o había desaparecido como consecuencia de los
enfrentamientos bélicos y las epidemias.
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